Como parte de esta iniciativa que se llama Trattoria 198 dedicada a la cocina, les traigo esta receta de Tagliatelle Al Cacao, con salsa de mantequilla y salvia, y Langostinos.
Amo la pasta fresca y sobre eso escribiré en otro momento,
pero ahora vamos con la receta que es lo que me han estado pidiendo. Había
estado usando la receta de pasta Jamie Oliver. Me gusta esa receta, es sencilla
y funciona bien, además de que tiene un sabor maravilloso, pero es una pasta
para hacer de vez en cuando y no seguido. El problema de su receta es que usa
sólo la clara de huevos y nada más y nada menos que doce huevos (en el caso de
los huevos que uso tengo que subir siempre a 14 o 16 porque son más pequeños).
Claro que él dice que puedes usar las claras para hacer suspiros. Sólo hay dos
problemas: 1. Tal vez no me provoca
hacer suspiros. 2. Si le cae un poquito de yema de la clara ya no te
sirve para eso. Después de pasar dos semanas comiendo perico de claras y al ver
que de verdad quiero hacer pasta de forma recurrente, entonces pasé a otra
receta.
Esta receta de Pasta Fresca al huevo es súper sencilla. El
crédito lo tiene mi enciclopedia de Gastronomía Italiana editada por Blume:
-
200 g de harina
-
2 huevos
-
Un poquito de sal
Pero esta semana no me pregunten qué me pasó que me provocó
hacer algo más elaborado. Entonces me fui por la pasta aromática. Empecé por cacao. Es una de las cosas que me
encanta de la cocina, sobre todo la salada y de la pasta en sí, que puedes
darte el lujo de ser creativo e inventar. Así que añadí a la harina 10 g de
polvo de cacao. Es importante usar un cacao de muy buena calidad, y yo para
esta receta que quedó muy bien usé uno sin azúcar.
Hice el volcán, añadí a los ingredientes secos el cacao y
luego los huevos poco a poco. Siempre que hago pasta mido la consistencia,
añado más huevo si la veo muy seca y quebradiza y si hace falta un poco de
agua. Siempre la dejo un poquito más pegajosa de lo que me gustaría para que
cuando la empiece a pasar por la máquina la harina extra no me la seque
demasiado.
Mi truco también es pasarla muchas, muchas veces por la
máquina. Que se ponga bien suave y parezca casi cuero. No debe estar ni
quebradiza, ni pegajosa.
Luego para la salsa: muy sencillo unos 150 g de mantequilla
y unas quince hojas de salvia fresca, bien picadita. Mientras más picada mejor.
Es un horror sacarte pedazos de salvia
de la boca. No no no. Pique su cosa bien y si le da flojera al pica-todo. Yo
como soy exagerada de nacimiento arranco varias ramitas enteras y las añado
para luego sacarlas, sólo para darle aroma. Eso más una pizca de sal se derrite
a fuego lento. Removiendo bien y yo lo alejo del fuego y lo vuelvo a poner
porque derretir la mantequilla es un tema delicado al que todavía le estoy tomando
el pulso. Medio de distraes y se te quema. O se te separa y queda terrible. Una
vez que todo esté derretido lo mezclas con la pasta.
Yo reservé un poquito de agua de pasta, pero en este caso no
lo utilicé. Sin embargo, siempre es bueno tenerlo a mano.
Los langostinos los hice a la plancha, con poquito de aceite
de oliva y sal. No sólo incluí el cuerpo
del langostino sino las pinzas que son la parte más suave y más deliciosa. Usé
langostinos veracruzanos que no son tan intensos en sabor. Y fue una verdadera
delicia. Porque el langostino es versátil y se da bien con los aromas de la
salvia y el cacao.
Es una de las pastas más ricas que he hecho…y que pienso
seguir haciendo.
Todo esto lo maridé con un vino Australiano blend de
Chardonna y Semillón Hardy´s Stamp que me gustó muchísimo y acompañó muy bien
nuestro plato.
Y esta fue la receta de esta semana de la #Trattoria198